Capítulo 6[Parte 1/2.]La falsa barbacoa.

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No pasó mucho tiempo  antes de que llegaran al lugar.

-Señorita, llegamos. Si lo desea podría bajar de su caballo y podría aparcarlo, como es debido.

Ella bufó mientras se bajaba el casco. Su melena rubia volvió a caer indómita sobre su suave y delicada espalda.

-¿Insinúas que peso demasiado para que lo puedas aparcar?

El ni siquiera dudó al responder.

-Insinúo que las princesas como tú son bastantes escasas como para permitir que os hagáis daño.

¿Desde cuándo era tan ligón? Desde siempre, se dijo. El caso es que nunca lo había utilizado con ella. Un momento, ¿lo estaba utilizando con ella? ¿Por y para qué? Coquetear o hacer el tonto, seguro.

Él la contempló dentro de su casco, pero ella volvió a ver su expresión de asombro cosa que, sin embargo, dejó pasar.

-No se suponía que  ibas a aparcar, ¿qué sigues haciendo ahí parado, pequeño?

Javier tras un segundo de vacilación aparcó la moto, se bajó y se quitó el casco. Parecía que había sudado así que sacudió el pelo. Ella lo miraba justamente como hacía pocos segundos él había hecho. Y ni si quiera se estaba dando cuenta. Se mordió el labio y apartó la mirada.

-¿En qué piensas?

Ella rió con ganas, ni de broma podía ser sincera. Así que decidió evadirle. Ambos parecían decidir lo mismo cuando se trataba de contar sus sentimientos. Evadían la pregunta.

-¿Sabes? Vas a ligar mucho hoy, las tendrás a todas embobadas.

El joven no supo en qué pensaba ni por qué respondió así.

-¿Hasta a ti?

Ella se sorprendió, pero encontró la respuesta perfecta.

-A mí ya me tienes embobada, pero de una manera distinta.-Afirmó con seguridad, ya que eso era la verdad, puede que a las demás les fascinara su físico pero ella sentía algo más profundo.-Intento pensar qué habría hecho de no estar tú por aquí y la verdad es que lo intento, y lo intento y no sé qué haría sin ti.

El joven no pareció complacido, es más parecía disgustado y arisco, pero  no rechazó el abrazo que ella le ofrecía. La cogió con tanta fuerza que los dos sintieron que nunca se soltarían, que quedarían así siempre unidos.

Siempre habría algo que les uniría, pensó Ariadna, ya fuera un recuerdo, una sonrisa, o cualquier cosa, porque todo eso formaba parte de su historia. La historia que tenían juntos y que, ambos sabían, no olvidarían.

Rápidamente marcharon así, ella con los ojos cerrados en el pecho de él y Javier intentado memorizar cada sensación, olor y brillo. Porque supo que un día no aguantaría más y la besaría, la besaría y la perdería. Aguantó un suspiro melancólico.

Escucharon un perro que pensaban que estaría lejos de su destino, pero no era así. El ladrido del perro martilleaba en sus cabezas y ambos se preguntaban si se quedaría algún día ronco porque parecía tener energía para dar y regalar.

No les extrañó que lo único que se escuchara el perro por los alrededores, siguieron andando hasta que llegaron a una casa, al lado de la playa (por no decir que formaba parte de la playa) y J. decidió llamar al timbre.

-¿Qué hacemos aquí?-preguntó la joven, curiosa.

-Una barbacoa,-ella miraba la casa con asombro, era realmente ancha y alta, podría tener unos dos pisos o casi tres. Era de un color amarillo arenisco (vamos que parecía arena).Las ventanas parecían estar recubiertas con cortinas blancas de aspecto etéreo. La  joven sumó todo y el precio que debería tener le salió por las nubes.-es la casa de playa de Ryan, creo que nunca la habías visto, ¿verdad?

-Verdad.-su boca no daba a más.

Una encantadora Juliette, con un vestido de playa de cuentas azules como el mar y unas chanclas del mismo color, los saludó. Parecía llevar todo a juego con sus ojos, lo que le favorecía demasiado.

-¡Vas vestida para la playa!.-exclamó la joven rubia horrorizada.-Yo no he traído nada de eso.

Juliette que estaba saludando a Javier, se dio la vuelta y le guiñó  un ojo.

-Eso es porque esto es una sorpresa,-Ariadna se preguntó si lo habría hecho para fastidiarla.-pero todo está preparado no te preocupes.-le dijo mientras la abrazaba. La verdad es que no parecía querer fastidiarla.

La miró de arriba abajo. Su pelo negro y lustroso era la segunda de las cosas tan bonitas que tenía, era oscuro como la noche y eso le venía tremendamente bien con su personalidad (no podía ser más misteriosa). Lo segundo eran sus ojos azules como el mar, no eran tan atrayentes como los de Javier de un gris metalizado, pero reflejaban serenidad, control y a la vez incapacidad de manipulación sobre ella. Y eso la hacía llamativa, además al punto de vista de Ariadna, no tenían imperfecciones físicas, pero sí las tenía.

Realmente estaba perfecta hasta para ir a la playa, se dijo Ariadna.

-¿Y Ryan?-preguntó Ariadna,más nerviosa que de costumbre.

-Fue a por carbón.-julie la cogió de la mano y tiró de ella hacia el interior.A  la joven rubio le pareció extraño pero calló.-Este chico cada vez es más aplicado.-se paró por un segundo y preguntó:- ¿qué le estás haciendo?

Ariadna sonrió,sin acordarse de que J. estaba allí.

-Sabes que yo nunca digo nada,-le guiñó un ojo.-así que pregúntale a él qué se está dejando hacer.

Javier sonrió mientras intentó adelantar a Julls,pero está ultima aunque estaba riéndose con ganas le frenó.

-Se lo preguntaré,-añadió dirigiéndose a la muchacha rubia.-y tú, señor fotógrafo intrépido.-lo miró a los ojos con dulzura y Ariadna se preguntó lo evidente, ni si quiera se imaginaba qué debía de pasar por la cabeza de J. para no darse cuenta de cómo lo miraba.-primera regla, las señoritas siempre van primero.

Él, en broma, le tiró un beso.

-Sobre todo si son tan guapas como tú.-ella no se sonrojó pero sonrió con gusto, como si fuera una pantera relamiéndose por su triunfo o deseo.

-Sobre todo eso.-añadió como si no hubiera más que decir.

La muchacha rubia, mientras iban recorriendo la pasarela de baldosas blancas que había desde la cancela negra donde habían llamado al timbre, se preguntaba el porqué de tantas miradas entre ellos. Tantas miradas que parecían querer disimular.

Querían disimular algo muy diferente a lo que ella estaba reflexionando. Todo lo que estaba pasando formaba parte de un teatro mal ensayado y con mucho texto memorizado como si fueran canciones de un idioma que no entendían (Para Juliette será el inglés; mientras que para Ariadna y Javier sería el francés; para Ryan sería el italiano porque se le daban bien el francés, inglés y el español; y para Ric sería el español a veces, porque al ser italiano no comprendía mucho).

Aunque todo es por una buena razón, una muy buena razón que pronto se resolvería.